miércoles, 17 de febrero de 2016

17/02/2011 La falsa primavera que trajo un sangriento invierno de guerra.


La primavera árabe se expandía por territorio norafricano allí en los inicios del 2011, cuando los conspiradores libios, internos y externos; sin importar cuan drásticos sean los medios a utilizar, preparan el terreno para la caída de Muammar Gadafi. De esa manera Libia, es devorada por una guerra impuesta por la ONU y ejecutada por EEUU, Europa y sus aliados reinos árabes. Luego de 8 meses de ardua lucha contra terroristas plurinacionales y los constantes bombardeos de aviones y fragatas de 40 países, Muammar Gadafi cayó, la primavera nunca apareció y la guerra continúo hasta nuestros días, convirtiendo a la vida de los ciudadanos libios en una salvaje penuria cotidiana.

La Clinton, es una promotora entusiasta para acabar con el régimen de Gadafi; ahora muy claramente, lo revelan los matutinos que sacaron a la luz sus correos electrónicos de aquellos convulsionados días, que sin margen a duda alguna establecen que la verdadera intención de bajar al líder beduino, era el plan soberanista de este, y sus “peligrosos objetivos económicos”, que se extendían mucho más allá de las fronteras libias, con los brazos abiertos hacia el África subsahariana. Su plan significaba poner en jaque a “la estabilidad financiera global”, como lo diría otro orgásmico asesino de la talla de la “perra loca de la Clinton”, llamado Nicolás Sarkozy; cuyas fuerzas militares fueron las encargadas de encabezar la agresión al país magrebí. Documentos de las máximas autoridades del primer gobierno libio de transición, inmediato a la era pos Gadafi, indican que a través de su servicio secreto, fue Sarkozi quien mandó a matar a al líder libio; lo que podría llevar a este nefasto personaje de la alta alcurnia de la engreída sociedad francesa, frente a los tribunales internacionales. Esto último es algo en lo que vamos a trabajar, pero ahora no es momento de hablar de ello. Estamos recordando a la “Conspiración de Febrero”, y la conspiración continúa…      

Mientras ya se prepara una parafernalia representativa con libios del exterior asentados principalmente en Suiza y antigadafistas acérrimos, de ideología liberal o islamistas peligrosos que finalmente terminaron alineados a al Qaeda y favorecidos por los bombardeos de los “civilizados norteamericanos y europeos”, al mundo se le vendía información podrida que indicaba que en Libia estaba ocurriendo un levantamiento popular de características similares a la de Túnez y Egipto a los que se les había dado el nombre de “primavera árabe”.

Policías leales al régimen, de una comisaría de Bengazi, fueron prendidos fuegos vivos por estos rebeldes que según la prensa occidental se manifestaban de manera pacífica; mientras tanto solo los canales y los reportes libios, difundían los llamados de atención de Gadafi, indicando que, Al Qaeda y otras células durmientes de grupos terroristas estaban siendo financiadas por el exterior para dar un golpe de estado. Bases militares fueron asaltadas por escuadrones armados hasta los dientes financiados por Turquía y Qatar, cometiendo un grave delito penado por las normas de todos los países del mundo e incluso por las normas internacionales. Prendieron fuego los edificios donde la Yamahiriya Árabe Libia hacía funcionar sus órganos deliberativos, donde cualquier ciudadano tenía voz y voto para decidir sobre la administración política de su circuito distrital y más también (los famosos congresos populares que diseñara el coronel Khadafi para ponerle fin a la fantochada democrática de occidente), también el Congreso General del Pueblo fue atacado; y MustafaAbdul Jalil; el al otro día líder de los rebeldes, hasta entonces Ministro de Justicia, hizo prender fuego el palacio ministerial y luego huyó a Bengazi.

Gadafi actúa y lo hace en el marco de la ley libia y el respeto a las leyes internacionales. Sin embargo los medios hablarán de baño de sangre, instigación al abuso sexual y represión de civiles. Sin ninguna prueba, esto se da por cierto en los estrados de la diplomacia internacional, ni siquiera hay videos que muestren cadáveres, todo es una farsa; la tele muestra a Gadafi dando su discurso del 22 de febrero vestido con su túnica marrón beduina, una periodista española cumpliendo tareas de traducción dice que Gadafi va a matar a todos los que se manifiesten en su contra; cuando en realidad Gadafi lo que está haciendo, es leer el código penal de Libia donde los delitos que estaban cometiendo los rebeldes estaban tipificados; aclarando a la vez que él no había dado ninguna orden aún. Además en ningún precepto que el coronel haya leído del codificador aquel día, se instaba a reprimir o condenar a muerte a manifestantes pacíficos. Todo era un teatro; de aquel discurso de Gadafi, se tradujeron solo mentiras y una sola verdad: “La voluntad del estadista libio de resistir hasta la última gota de sangre”. 

Como lo que cualquier gobierno normal del mundo haría, el gobierno libio reprime a los sediciosos islamistas armados sin hacer un uso indiscriminado de la fuerza, sino que todo lo contrario; fueron brigadas especializadas y con una capacidad de acción militar de elite, las que se encargaron de reprimir a quienes habían asaltado de forma cruenta las instituciones libias; esas brigadas tenían como tarea, luchar contra el enemigo sedicioso, no contra civiles de ningún tipo, para así evitar atacar a quienes pudiesen protestar de forma pacífica contra el régimen. Las fuerzas de Gadafi estaban bien equipadas como para de apoco y sin causar un tormento a los civiles de las ciudades tomadas por los islamistas, ir ganando terreno y expulsarlos definitivamente, que era lo que estaba ocurriendo el 17 de marzo cuando se vota la segunda resolución contra Libia y así tener las potencias el camino libre para bombardear al país bajo el pretexto de proteger a la población civil. “Desde el 14 de febrero cuando se declara el estallido de la primavera en Libia hasta el 17 de marzo, lo que realmente ocurrió en Libia, fue que las fuerzas leales a Gadafi habían hecho retroceder a los “rebeldes” con un uso preciso de la fuerza militar, nada abusivo, así lo demuestran los exámenes de la London Review of Books  y las grabaciones satelitales rusas; que prueban que de ningún modo Gadafi recurrió a la realizar ataques aéreos, ni contra los delincuentes sediciosos y mucho menos contra manifestantes pacíficos.

Los medios del mundo entero en lugar de aclarar esta cuestión, deciden montar una película sangrienta con acusaciones estrambóticas contra el líder de la Yamahiriya y sus leales, pues mientras Gadafi se preocupaba por la población civil para que esta no termine bajo el fuego de sus hombres; las decadentes cadenas Al Jazzera del reino de Qatar, Al Arabiya de los femicidas Saudí, o la CNN y la BBC de los imperialistas, entre otras; como parte mediática de la conspiración, informaban al mundo “el baño de sangre” que Gadafi estaba realizando y el que todavía le quedaba por realizar. Ellos, bajo el silencio cómplice de cadenas no alineadas a Washington como Russia Today, o periódicos “progres” como Le Monde diplomatic, o páginas webs de izquierda como Rebelión; hablarían de 10 mil muertos, la mayoría civiles, principalmente producto de los bombardeos aéreos que las fuerzas de Gadafi habrían realizado en Trípoli y Bengazi, que como ya sabemos, nunca existieron; es más, Mustafa Jalil, rápido desertor y líder de los rebeldes al que ya mencioné más arriba, al poco tiempo de culminada la guerra diría que Gadafi no mandó a reprimir manifestantes, reconociendo que todo fue una farsa para justificar y permitir la agresión extranjera. Incluso la servil Human Rights Watch, ONG que participó de la condena a Gadafi, también estirando la cifras de civiles damnificados, tuvo que atenerse a lo verosímil y poco pudo agrandar el número de muertos que los combates habían causado, de la cifra inicial de 10.000, solo se pudieron documentar menos de 200 en Benganzi, una ciudad grande como Charlotte, lo que claramente demuestra que las fuerzas de Gadafi no bombardeaban civiles y sus ataques eran precisos contra el enemigo armado. HRW pudo estirar el número de víctimas fatales tan solo a 233, la  inmensa mayoría de estos así como los heridos, formaban parte de los bandos en combate, siendo mínimo el perjuicio ocasionado a la población civil. Lo mismo ocurriría en la ciudad de Misrata, donde los medios dijeron que los ataques de Gadafi la habían dejado reducida a ruinas; y miles de muertos se anunciaban en los periódicos y altavoces de la oligarquía global. Sin embargo Misrata sería el mejor ejemplo de que las fuerzas leales a la Yamahiriya no habían hecho uso indiscriminado de la fuerza y mucho menos habían provocado bajas o tormentos en la población civil; fue en Misrata donde los combates se habían recrudecido a escala mayor, y los datos reales pese a ello, estaban alejadísimos de lo que la prensa y las carteras diplomáticas vendían al mundo; imaginemos lo grande de la mentira esbozada por los mandatarios y los medios de comunicación del imperio, que en 7 semanas de guerra y por ende ya iniciada durante al menos 20 días la operación internacional; las tropas que respondían al patriota africano habían hecho retroceder de Misrata a los rebeldes islamistas y pro-monárquicos, como ya lo habían hecho en Tripoli, Ras Lanuf, Ajdabiya y Albaida, estando ahora, en las puertas de Bengasi . En 50 días de los más violentos combates, 257 personas resultaron asesinadas; en su mayoría rebeldes, y también algunos miembros del ejército regular, los heridos no llegaban a mil, de estos,  solo 30 eran mujeres y niños, otro claro dato que indica como Gadafi en ningún momento tubo en la mira a la sociedad civil; es más, no se puede probar que las muertes hayan sido por culpa de un bando u otro, lo que sí se sabe a esta altura, es que cuando hablaban de 10.000 muertos, creando una alarma en los foros internacionales especialmente en la ONU; tapaban la realidad que mostraba un escenario muy distinto al publicitado por los “nenes bien del mundo” en dicho foro. Entrando a mediados de marzo, con solo Bengazi en pie como bastión rebelde, a punto de que estos emprendan la retirada hacia Egipto; apenas si la cifra de muertos totales en el conflicto, ascendía a 600 personas en todo Libia, siendo muy poco de los perjudicados, ciudadanos comunes.

La primavera en Libia está condenada a morir abruptamente, las fuerzas armadas de los rebeldes huyen despavoridos, Gadafi, da un paso para dictar una amnistía ante su flamante victoria; los rebeldes entregan sus armas, otros desertan; las unidades regulares ya controlan todas las ciudades que habían estado convulsionadas por los hechos de febrero y rodean las puertas de Bengazi.
Ejerciendo un decoro militar de alto nivel, Gadafi le gana la guerra a los terroristas de Al Qaeda y otras franquicias terroristas, que nada pueden hacer contra el ejército libio. En un mes y tres días de combates, los gadafistas logran retornar su país a la normalidad; el pueblo paga barata la conspiración; solo hay 600 muertos, siendo más del 90 por ciento de ellos, agentes de los bandos beligerantes; es allí cuando la prensa y la “perra loca de la Clinton” comienzan a hablar de que Gadafi prepara un nuevo baño de sangre contra su pueblo; el 17 de marzo el Consejo de seguridad de la ONU con la complicidad, de Rusia, China y Brasil; sanciona la resolución 1973, dándole la posibilidad a la OTAN de atacar a las tropas que responden a Gadafi.

La resolución 1973, comienza a ejecutarse el 19 de Marzo, luego de la cumbre de París; y ya para mayo Libia se convierte en un circo de la muerte, los civiles asesinados por la OTAN triplican a los muertos totales (no a los muertos civiles), que los combates habían causado hasta el 17 de marzo antes de que intervenga la ONU. El primero de julio se conoce que son más de un millón y medio los habitantes libios que abandonan el suelo de la Yamahiriya atormentados por la guerra que la ONU le impuso al país. Pronto serán más de dos millones los desplazados; las tribus negras como los Tawerna son esclavizadas; una aberración sin parangón en la historia libia, se desarrolla en la nación más evolucionada del continente.

La intervención de la ONU, no cumple el objetivo de la resolución que votó en marzo, sino que cumple con el propósito real de la misma, que como ya lo dijimos arriba era privar a Libia y al África del plan emancipador que el coronel Gadafi proyectaba y que en ese mismo año empezaría a cumplirse. Todo ello tuvo el siguiente costo:
·         Al menos 60 mil civiles fueron asesinados por la OTAN en los 7 meses de ataques continuos que el bloque propició. Algunas fuentes hablan de 120 mil.
·         30 mil personas fueron declaradas desaparecidas.
·         2 millones y medio de habitantes desplazados.
·         Más de 160 mil heridos.
·         El ejército regular completamente destruido, infraestructura severamente dañada; universidades, escuelas y mezquitas sufíes, fueron reducidas a escombros en muchas ciudades Libias especialmente en Trípoli, Sirte, Bani Walid, Zlinten, Sabha, Brega, Bengazi y Misrata.
·         El gran rio artificial, la brillante obra de Gadafi, que abastecía de agua gratuitamente a toda Libia, sufrió daños considerables que hicieron imposible su funcionamiento. Hoy en Libia escasea el agua.
·         Los libios sufrieron un deterioro brutal en la prestación de servicios eléctricos, de tener luz siempre y no pagarla, su vida se ha reducido a tener luz eléctrica de vez en cuando. Hay días que la luz está cortada por 18 horas.

Lo que enumero arriba son los costos inmediatos y directos, de los misiles que los aviones y fragatas de la OTAN lanzaron sobre suelo libio, se estima que los lanzamientos fueron más de 10 mil.
Abajo puntualizaré los costos políticos y sociales, que si bien se dieron de forma bastante inmediata, fueron en ascenso con el tiempo y perduran hasta hoy de manera denigrante. Muchos de estos no solo afectaron gravemente a los ciudadanos libios sino que también a los ciudadanos de todo el continente, estos son:
  • Abolición de todos los derechos adquiridos por la mujer durante la vigencia del régimen de Gadafi, etapa en la cual se les había garantizado los mismos derechos que a los hombres; situación diametralmente opuesta a la de los reinos del Golfo, aliados a occidente, donde la prueba ofrecida en juicio por una mujer vale la mitad que la de los hombres, el casamiento pedófilo de masculinos mayores con niñas y los castigos y humillaciones públicas o incluso su decapitación por transgresiones legales menores están permitidos por ley. En Libia desde los albores de la revolución que encabezó Gadafi en el 69 el precepto de igualdad laboral de género que establece “Igual remuneración por igual actividad” se cumplió tajantemente, cosa que aún hoy no ocurre en la mayoría de los países de Europa o los Estados que comprenden a EEUU.
  •  Perdida del derecho de conciencia; la Libia que desde 2011 hasta hoy nos dejó la ONU, quedó inmersa en la anomia y actos ilegales como la muerte, la tortura o la privación ilegítima de la Libertad; se ejercen contra quienes no aceptan los postulados de los mercenarios que controlan las diferentes ciudades; por lo general los perseguidos son seguidores de la doctrina de Gadafi o personas que tienen una concepción moderada del islam. La inmensa mayoría de ellos, no tomó partido alguno durante el conflicto del 2011.
  •  Racismo; la comunidad negra, es perseguida tan solo por su color, los negros de Libia, ya sean nacionales o extranjeros, viven peor y tienen hoy menos derechos que en los nefastos regímenes del apartheid suscitados hasta fines del siglo pasado. 
  • Estado fallido; desde un principio escuchamos hablar que Libia con Gadafi muerto podía encaminarse a un estado fallido, lo irónico es que se tardó mucho en reconocer dicha situación, y aún hoy, hay trasnochados y serviles que hablan de que Libia podría encaminarse a ello, cuando en realidad Libia quedó sumergida en un “estado fallido” inmediatamente después de la caída del régimen de Gadafi. En menos de cuatro años desde la caída de la Yamahiriya, Libia ya había tenido 8 primeros ministros diferentes, un promedio de un premier cada 5 meses que ni siquiera podían controlar gran parte del territorio sumergido en la secesión.
  • Destrucción del derecho universal a la educación; para esto no haría falta remarcar la gratuidad y el alto nivel de las casas de estudios de la era Gadafi, ni siquiera habría que recordar que los libios tenían pagos sus estudios en el exterior; tan solo basta con la descripción que hiciera anterioriormente para saber que la anomia y la cruenta guerra entre terroristas armados hasta los dientes y las escuelas destruidas por los bombardeos de la OTAN, hacen imposible el cumplimiento de los derechos educativos que los libios y todos los ciudadanos del mundo allegados al país tenían.
  • Destrucción de la admirable economía socialista de Libia; por la gran renta petrolera y su justa redistribución al pueblo de sus beneficios; el sistema económico socialista de Gadafi, brindaba un bienestar a sus habitantes casi inigualable por ningún país del mundo; los préstamos se entregaban sin costo de intereses y se financiaban las casas a todos los ciudadanos e incluso los automóviles; todo aquello voló por los aires. Hoy el petróleo está en manos de milicianos y terroristas y Libia ha pasado de extraer  1,100 millones de barriles de crudo al día a 300 mil. Menos del 30% de lo producido diariamente antes de la guerra; con el agravante que los beneficios no van a parar al bolsillo de los libios como en la época de Gadafi, sino que lo recaudado queda en manos de las milicias y los terroristas que controlan los pozos petroleros. 
  • Desaparición de un padre mediador del África. Como un padre lo hace con sus descendientes, Gadafi, impulsado por su hijo Saif al Islam, se ofreció para destrabar muchos conflictos surgidos en el continente, negociando incluso altos al fuego; como lo hiciera en Eritrea, Etiopia, El Congo y Uganda; desarrolló infraestructuras y dio ayuda humanitaria en Liberia, Sudan, Níger, Mali, Somalia y Chad.
  • Destrucción del proyecto africano de emancipación; los estados pobres o chicos del tercer mundo no pueden tener peso en la escena internacional, ni por más ricos que sean en recursos; por eso es que Gadafi planea la formación de un moderno e inmenso estado africano; en principio, su ambición de unidad continental lo lleva a creer en la posibilidad de un estado africano único; pero viendo las complejidades del tema y usando su siempre exquisita cintura política, el viejo beduino de Sirte, decide dejar aquella idea para más adelante, porque no podía realizarse semejante obra de un día para el otro, y entonces entra a darle manija a la creación de un estado poderoso de más de 200 millones de habitantes en los que tengan peso las estnias árabes, subsaharianas y bereberes; impulsando un ejército común, moneda común y pasaporte común a sus ciudadanos. Paralelamente a eso, el proyecto económico de crear el Dinar-oro y socavar al dólar y al franco francés, ponía en jaque al sistema capitalista mundial tal cual lo conocemos, y a quien incumbía ahora sí, era a todos los estados del África, esa idea que se empezaría a desarrollar en el mismo año de la guerra, postulaba al dinar oro como moneda de reserva del continente y en la única divisa valida por la cual vender sus exportaciones; el ambicioso proyecto de independencia definitiva del África, coordenada su basamento, en el Banco Africano de inversiones con sede en Trípoli (Libia), el Banco Central Africano con sede en Abuja (Nigeria) y en el Fondo Monetario africano, Yaundé (Camerum). Todo ello permitiría a los países africanos sometidos a la peor miseria, obtener préstamos sin interés.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario